LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN AJUSCO.
(Discurso de Jesús Maldonado, sj -fundador del Comité Ajusco- durante la entrega de reconocimientos a defensoras y defensores de derechos humanos, 13 de diciembre de 2009)
A. EL DIOS DE LOS ESCLAVOS, Y DE LAS VICTIMAS DE LA OPRESION.
Desde los primeros capítulos de la Biblia, el Éxodo dice que:
1. “Dios oyó el Clamor de su pueblo”, es decir desde el principio la Biblia nos muestra a un Dios actuando a favor de su pueblo oprimido.
También la Biblia nos comunica que la justicia del Rey no es la imparcialidad sino el proteger al desvalido. Dios desde el principio del A.T., se presenta como el protector de los esclavos Ex. 21, -6
2. El derecho surge ya en aquellos remotos tiempos como un instrumento para defender a las víctimas. Esa es la figura del Yave-juez. (sal 72).
3. Dice el libro de los proverbios que Dios aborrece al juez que absuelve al culpable. Prov. 17, 15 y que humillar al pobre es humillar a Dios. Prov., 17,5; 19,17
B. LOS PROFETAS INTERPRETAN LOS ACONTECIMIENTOS
1. El Profeta Isaías nos habla de la perversión de los valores y siempre contra el débil: “Ay de los que por soborno absuelven al culpable y niegan justicia al inocente” Is 5, 23; “Ay de los que hacen decretos inicuos; de los notarios que registran vejaciones que dejan sin defensa al desvalido y niegan sus derechos a los pobres de mi pueblo; hay de los que hacen su presa de las viudas y saquean a los huérfanos” Is 10, 2. Las cárceles conocidas están atestadas de gente pobre.
2. Además está el texto clásico de Isaías. Este texto que posteriormente lo retoma Jesús cuando se presenta en el templo por primera vez al inicio de su vida pública, donde expone con claridad su programa de vida ante el pueblo: “Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libre a los oprimidos, romper todas las cadenas…” Is 58, 6. Jesús retoma este texto indicando también con ello que su sacerdocio será orientado por la línea de los profetas.
3. Con mucha fuerza Jeremías afirma: “Si tu padre comió y bebió y le fue bien, es porque practicó la justicia y el derecho; hizo justicia a los pobres e indigentes y eso sí que es conocerme” Jer. 22, 15-16. De este modo queda claramente expresado por Jeremías, y también por los profetas que practicar la justicia es conocer y amar a Dios.
C. EL SEGUIMIENTO DE JESÚS TRANSFORMA
Los discípulos siguiendo a Jesús van aprendiendo otra manera de entender y vivir la vida. Perciben la ternura con que acoge a los más pequeños y desvalidos, se emocionan al observar cómo se conmueve ante la desgracia y el sufrimiento de los enfermos. Los enardece el ver la pasión para defender la dignidad de cada persona y su libertad para hacer el bien. Nadie ni nada puede detener a su maestro cuando se trata de defender a los humillados. De Él van aprendiendo a sentarse a la mesa de gente indeseable, con mujeres de vida ambigua y pecadores despreciados. Les apasiona la capacidad de Jesús de ir al fondo de las cosas por encima de teorías y legalismos engañosos. Le oyen repetir “no tengan miedo” para que puedan confiar plenamente en Dios. En esto y mucho más, comprenden que la Buena Noticia de Dios ha llegado.
Los no creyentes pueden recurrir a otros ejemplos, ante cristianos seguidores de Jesús, nuestro mejor modelo es el Jesús humano, que conocimos en estos pedregales en medio de las luchas cotidianas por los terrenos y por una vida más humana y más digna. Y que también a nosotros nos ha emocionado, enardecido el corazón y enseñado a sentarnos a la mesa de la gente sencilla a la que Él le ha revelado el Reino de los cielos.
D. LOS DERECHOS HUMANOS EN, Y DESDE LA COLONIA AJUSCO.
A lo largo de 20 años de labor ininterrumpida en el campo de los Derechos Humanos, como parte de la Red de Organismos de Derechos Humanos todos los derechos para todos y Todas, en muchos estados de la República Mexicana hemos realizado muchas acciones que han llevado a obtener resultados concretos: la libertad de muchos hombres y mujeres y miles de indígenas injustamente detenidos; se han impulsado innumerables denuncias públicas contra autoridades corruptas; acciones en defensa del medio ambiente y contra empresas que corrompen el medio y corrompen también a las autoridades encargadas de defenderlo; actividades en defensa de emigrantes y transmigrantes que son continuamente violentados en sus derechos fundamentales (violaciones, extorsiones y secuestros. Sólo la CNDH señaló que en el primer semestre del presente año se dieron 9,600); conferencias sobre Derechos Humanos en escuelas, Universidades, Iglesias y otras muchas acciones que como escuela popular, han ido creando conciencia de lo que son los Derechos Humanos en las colonias de los pedregales: Debemos tener presente, que hace solamente 20 años poco se mencionaba el concepto y su significado era conocido sólo por algunos inciados en el campo de los Derechos Humanos.
Ante una situación grave que se vivía allá por 1989, por el principio del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, (no podemos dejar pasar que en sus primeros 100 días de gobierno, le contabilizamos 90 muertes de líderes campesinos y obreros), los grupos de Derechos Humanos empezaron a brotar por todas partes. Defensores y Defensoras creyentes y no creyentes iniciaron, dispuestos a luchar por los derechos más elementales para una vida integra y digna para todas las personas, tales como el derecho a la tierra, al trabajo, a un techo, a la alimentación, a la salud, a la educación, a la libertad de expresión, la democracia, la justicia, el respeto a la dignidad y la paz…
El pueblo cansado de ser maltratado y humillado quiere vivir con dignidad todas las etapas de su vida: infancia, adolescencia, juventud, madurez, no sólo el origen de la vida y la vejez, por importantes que sean. Eso es lo fundamental. Así lo percibe el pueblo y así lo percibimos también nosotros.
Para lograrlo nos preguntamos sobre las mejores formas para defender la vida y la integridad de ciudadanas y ciudadanos de las colonias; de los campesinos e indígenas llevados injustamente a la cárcel, golpeados y torturados, que pierden el trabajo sin las remuneraciones justas, sin prestaciones legales y en algunos casos pierden la vida misma, por no hablar de los ciudadanos de las colonias proletarias que padecen desde hace muchos años la carestía de los alimentos, el agua, la salud la educación y luchan por la seguridad de sus terrenos.
En todo este movimiento de D.H. empezamos a trabajar, a crecer y junto con compañeros y compañeras, pensamos que era importante analizar y comprender lo que sucedía en esos momento en el país, para planear acciones significativas y apoyarnos. Se creó, hace veinte años, la Red de Derechos Humanos, de la que el Comité de Ajusco formó parte desde su inicio, con el compañero Nicho (Dionisio Rétiz, q.e.p.d.) a la cabeza, y a la que pertenecen también muchos y muchas luchadores y luchadoras aquí presentes.
D. ¿QUÉ CELEBRAMOS EN ESTOS PRIMEROS 20 AÑOS DE VIDA FRUCTÍFERA?
Una comunidad de hermanos que ha reflexionado sobre la vida de opresión que se vive y que contra viento y marea ha buscado unir la fe con la vida, a pesar de enormes resistencias venidas de lugares y de todo tipo de personas.
Una pequeña Iglesia del sur de la ciudad de México que ha luchado incansablemente por una vida más digna de los habitantes de los pedregales: por sus terrenos, por el agua, por la pavimentación, por la alimentación, por los compañeros detenidos injustamente… Es decir por lo más esencial de la vida.
Una comunidad de creyentes que ha sabido imponerse a cientos de personas que quieren frenar el caminar decidido de muchos hermanos, con el falso dicho de que hacen política, sin saber que no acabamos de formarnos como verdaderos ciudadanos por no hacer respetar, por no impulsar, nuestros derechos civiles y políticos y todos nuestros demás derechos.
Una larga cadena de pequeños pero significativos triunfos:
. La lucha por los terrenos, que unificó a muchos luchadores sociales, aquí en nuestra colonia y en la colonia de Santo Domingo.
. Apoyos a infinidad de causas justas.
. El empeño incansable por una mayor conciencia ciudadana.
. El caminar lentamente en la creación de una comunidad más seguidora del Jesús Histórico que nos ha guiado en los pedregales.
. La constante visita de hermanos profundamente comprometidos con su pueblo: Don Sergio Méndez Arceo, Don Samuel Ruiz, Representantes indígenas del Ejército Zapatista, Indígenas de Acteal, Luis Pérez Aguirre, Jesuita Uruguayo y tantos otros intelectuales y por supuesto hermanos que nos han aportado conocimientos y múltiples enseñanzas en la lucha por una vida más justa.
Todo lo anterior podríamos sintetizarlo en “la lucha por la dignidad de las personas de los pedregales”, y el seguimiento de Jesús.
Se trata en realidad de un reconocimiento a todos los hombres y mujeres que desde hace 40 años en los pedregales, luchan por un mundo más justo y fraterno, y a los luchadores sociales que ya no están con nosotros, pero que hemos tenido el privilegio de compartir con ellos la pasión por la justicia y las causas justas.
«Seguir a Jesús: creer en lo que Él creyó, vivir como Él vivió; dar importancia a lo que Él se la dio; interesarse por lo que Él se interesó”; tratar a las personas como Él las trató; mirar la vida como Él la miró; contagiar la esperanza como Él la contagió». (José A. Pagola)
Jesús Maldonado S.J.
Ajusco a 13 de diciembre de 2009
Por la adopción de la Convención Internacional
de los Derechos de las Personas Adultas Mayores.
(Discurso leído por María de los Ángeles Fuentes en la «Jornada para el impulso a la Convención de los Derechos de las Personas Adultas Mayores» en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), 14 de agosto de 2013)
Soy María de los Ángeles Fuentes, integrante del Comité de Derechos Humanos Ajusco, tengo más de 30 años en la defensa y promoción de los derechos humanos, aún cuando todavía no les llamábamos de esa manera.
Comenzamos en los Pedregales de Coyoacán con la lucha por la tenencia de la tierra, el agua y los servicios públicos, en una zona agreste a donde llegamos a habitar. Después, el propósito para organizarnos como Comité fue elaborar materiales de difusión de los derechos humanos adecuados a nuestra realidad, es decir con un lenguaje sencillo y entendible.
Posteriormente en los 80 el objetivo del Comité fue la solidaridad con los refugiados que llegaron a nuestras colonias y también con los movimientos indígenas y campesinos.
Ahora, nuestro tema principal son los derechos humanos de las personas adultas mayores, porque la mayoría de la población de los Pedregales de Coyoacán ha envejecido, como el país mismo.
El Comité de Derechos Humanos Ajusco que comenzó atendiendo demandas muy particulares de Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, ahora tiene como prioridad la problemática de las personas adultas mayores.
Si ha cambiado la realidad del país ¿porqué no debe de cambiar la agenda de las organizaciones de la sociedad civil?
¿Porqué promover la Convención de los Derechos de las Personas adultas Mayores? Porque no existe ningún instrumento que defienda de manera efectiva nuestros derechos, a pesar de varios avances como leyes, políticas públicas y creación de instituciones, las personas adultas mayores no somos sujetos de derechos.
En el Comité de Derechos Humanos Ajusco tenemos conocimiento de personas adultas mayores que no cuentan con acta de nacimiento, o en su caso errores en documentos de identidad, problema que no le permite acceder a las políticas sociales universales, ni realizar trámites fundamentales como jubilaciones o pensiones
Cada vez somos más numerosas las personas adultas mayores, y se ha invertido la pirámide poblacional. Como indican las Naciones Unidas en “2050, más de la quinta parte de la población mundial tendrá 60 años o más, y este aumento será mayor y más rápido en los países en vías de desarrollo[i]. Sin embargo en México aunque somos más, seguimos invisibles en materia de derechos.
¿Cómo impulsar el tema de ciudadanía en las personas adultas mayores? ¿cómo vamos a empoderarnos sin el acceso a la identidad?
Para garantizar de manera integral nuestros derechos como personas adultas mayores, debemos a acceder a procesos sencillos, accesibles, ágiles y dignos para la emisión de Actas de nacimiento y de otros documentos de identidad. Esto sería apenas un comienzo para dejar de invisibilizarnos.
Solicitar lo anterior no es asunto menor, muchos adultos mayores ven el peso de la burocracia un obstáculo mas para el goce de sus derechos. Por no mencionar que el tiempo biológico a veces se adelanta al tiempo burocrático.
Es una realidad desoladora atender violaciones contra los derechos humanos de las personas adultas mayores, principalmente casos de despojo y violencia patrimonial, incluso por parte de sus propios familiares. Y aunque este tema de derechos humanos, apenas comienza a llamar la atención de las instituciones o de ongs su historia de desolación social y abandono es mas vieja.
Nos encontramos en una auténtica indefensión, indiferencia, negligencia de quienes deben impartir la justicia.
En los casos de despojo, en muchas ocasiones las víctimas no quieren denunciar, y si denuncian son desalentados por las mismas autoridades. El poco patrimonio de muchas personas adultas mayores está en riesgo, ya sea por medio de engaños, fraude y violencia patrimonial.
Por tal motivo estamos de acuerdo con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que indica la urgencia de medidas especiales para fortalecer el régimen internacional de protección de las personas adultas mayores[ii]
En este momento se están llevando a cabo las actividades del Grupo de Trabajo de Composición Abierta sobre el Envejecimiento en la ciudad de Nueva York. Saludamos este esfuerzo, en el que México participa.
Tenemos la esperanza, de que los trabajos rindan frutos. Y desde aquí, la explanada Gilberto Bosques, expresamos la premura de contar con una herramienta internacional de nuestros derechos.
Es por ese motivo que nos encontramos hoy aquí y que participamos en el Consejo Promotor, conformado por varias organizaciones de la sociedad civil, compañeras y compañeros comprometidos a quienes les reitero mi reconocimiento, así como a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, quienes han sabido conducir este proceso.
María de los Ángeles Fuentes
Comité de Derechos Humanos Ajusco
y Consejo Promotor de los Derechos de las Personas Mayores
[i] Resolución 67/139. Hacia un instrumento jurídico internacional amplio e integral para promover y proteger los derechos y la dignidad de las personas de edad, Asamblea General de la ONU, 13 de febrero de 2013.
[ii] Ibid.
“Mujeres adultas mayores: violencia sistémica y abandono institucional”.
(María de los Ángeles Fuentes Vera -Comité de Derechos Humanos Ajusco-
en el Coloquio “Repensando la vejez”. Universidad de la Vida, Miguel Hidalgo DF. Diciembre de 2014).
En México -y en el Distrito Federal- se dan a diario casos graves de violencia contra personas adultas mayores, principalmente contra mujeres adultas mayores. Desde el Comité de Derechos Humanos Ajusco hemos registrado y atendido algunos casos, que no son agresiones aisladas sino se trata de agresiones sistemáticas.
La mayoría comienza desde casa, y se presenta también por parte de las instituciones que se supone deberían procurar a las personas mayores.
Desafortunadamente las víctimas son invisibilizadas, a diario leemos en los diarios amarillistas casos de asesinatos de mujeres mayores por quitarles sus pocas pertenencias, sumándose a la incuantificable lista de muertes sin justicia en nuestro país.
Incluso en casos sonados, como asesinato en Cuernavaca del matrimonio de profesores universitarios, Sara Rebolledo y Alejandro Chao. En los medios de comunicación e incluso en las diferentes manifestaciones de repudio, se referían solamente al asesinato de “Alejandro Chao y esposa” como si se tratara de un complemento del varón; y pocos medios hicieron hincapié en su trayectoria conjunta, como una pareja de trabajadores sociales y educadores.
El caso de la señora Margarita D., vecina de la colonia Ajusco Coyoacán, cuyo trámite de pensión lleva retrasado tres años por no contar con acta de nacimiento, ha puesto en evidencia la falta de sensibilidad de funcionarios del Seguro Social al negarle la pensión; la negligencia de funcionarios del Registro Público de Oaxaca por entregarle sus documentos con errores que le han atrasado sus trámites; y por supuesto, el abandono de sus familiares por no ayudarle a realizarlos. La condición se agrava al tratarse de ser mujer, indígena, adulta mayor y analfabeta.
Y el caso de la señora Yrma S. que se escapó de un asilo donde recibía maltratos, además de negarle la aplicación de insulina, tratamiento vital para su padecimiento. La señora estuvo en una sala de un hospital público durante 5 meses, al no encontrarse:
– Primero, quien firmara como responsable en su salida del hospital, y como responsable en su ingreso a algún asilo o albergue.
– Segundo, algún asilo o albergue que la quisiera o pudiera aceptar.
La violencia vino de parte de sus familiares que la abandonaron en el asilo de donde se escapó, y que nunca se presentaron en el hospital donde estuvo; vino del asilo donde recibía diferentes tipos de maltrato, casi arriesgándola a morir; y desafortunadamente, vino de las diferentes instancias públicas que, por falta de trabajo coordinado, no resolvieron la situación en tiempo y forma.
Cómo es posible que en el Distrito Federal no exista un espacio o institución pública que dé cuenta de manera exclusiva a personas mayores –sin incluirlas de manera general con población que sobrevive en calle y otros sectores denominados en “vulnerabilidad social”-. ¿Qué tiene que pasar cada que una persona mayor en abandono no cuenta con alguien que ”se haga responsable”?
Parecen todavía como fantasías lejanas los enunciados del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer en su “Recomendación general Nº 27”, como el que “los Estados partes tienen la obligación de reconocer y prohibir la violencia contra las mujeres mayores, incluyendo aquellas con discapacidad, en la legislación sobre violencia doméstica, sexual e institucional. Deben investigar, procesar y penalizar todo acto de violencia contra las mujeres de edad, incluyendo aquellos que son resultado de creencias o prácticas tradicionales”1.
Existe una grave acumulación de las violencias hacia las mujeres: desde niñas, las jóvenes y adultas que se recrudece con las adultas mayores. Esta violencia sistémica está basada en la idea de “utilidad” como conjunción de “juventud”, “productividad” y “belleza”.
Resulta fundamental que adoptemos la responsabilidad de generar un diálogo intergeneracional, que tiene que llevar a que en las comunidades las mujeres jóvenes sean las grandes aliadas de las mujeres adultas mayores.
Es importante señalar el proceso de conocimiento generado por la experiencia de vida, un conocimiento aparte de la formación escolar, que con los años se vuelve sabiduría. Esta sabiduría de las mujeres adultas mayores tiene que transformarse en mecanismos de participación, en la vida cotidiana y en los asuntos públicos de la comunidad.
Porque gran parte de la violencia sistémica se desarrolla en la misma casa. Pero solo con el cuidado pleno de nuestros derechos, nuestra integridad física y mental, así como seguridad patrimonial podemos asegurar una participación en plenitud. No deseamos que más mujeres terminen abandonadas, dopadas, expulsadas, ignoradas, despojadas, asesinadas.
El papel del Estado debe ser: garantizar el cambio cultural, la modificación de las de políticas públicas y los derechos plenos para las adultas mayores.
1) United Nations, “General recommendation Nº 27 on older women and protection of their human rights” CEDAW/C/2010/47/GC.1), Committee on the Elimination of Discrimination against Women, 2010.
(Discurso de María de los Ángeles Fuentes (Comité de Derechos Humanos Ajusco) en el evento por la firma, ratificación y cumplimiento de la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Hemiciclo a Juárez, 30 de junio de 2015.
Celebramos la aprobación de la Convención sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores en la Organización de Estados Americanos el pasado 15 de junio de 2015 en Washington DC, donde fue firmada por los representantes de Argentina, Brasil Chile, Costa Rica y Uruguay.
Estamos aquí en la Alameda Central, lugar de convivencia y recuerdos de nuestra niñez; cerca del Palacio de Bellas Artes, nostalgia del pasado de nuestra ciudad, y la Torre Latinoamericana como el primer edificio más alto que nos tocó conocer de niñas y jóvenes.
En esta ciudad, donde se han dado muchas luchas sociales, como después del temblor de 1985, donde emerge una buena parte de la sociedad civil de los barrios y colonias.
Y también en esta ciudad se han dado muchas conquistas sociales, como el voto femenino, el derecho a decidir como maternidad responsable y voluntaria, los matrimonios igualitarios, y también mencionar las políticas sociales a favor de las personas adultas mayores.
Sabemos que falta mucho por hacer, pero ¡el surco ya está!
¿Qué sufrimos las personas adultas mayores?
– Discriminación,
– abandono social,
– que nos tratan como objetos,
– maltrato por parte de nuestras familias,
– despojo de nuestros bienes patrimoniales,
– pobreza,
– limitación en el ejercicio de nuestros derechos, como los descas.
Exigimos:
– legislar a favor de las personas adultas mayores
– políticas preventivas en el cuidado y respeto a nuestros derechos humanos
– acceso efectivo a la justicia, principalmente en casos de maltrato de los familiares
– fortalecer políticas sociales
Urge armonizar nuestras leyes con la Convención sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Urge sensibilizarnos y concientizarnos para la formación de una cultura de respeto a las personas adultas mayores.
Es muy importante que esta Convención hace hincapié en la “toma de conciencia” de la población en general sobre la vejez y la dignidad de las personas adultas mayores. Consideramos que para las nuevas generaciones debe considerarse elemento de formación desde preescolar hasta nivel profesional.
Urge en este movimiento exigir al Estado mexicano firme, ratifique y cumpla la Convención sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores
Urge que ya no sucedan más abusos contra las personas adultas mayores, y casos extremos como la muerte de personas adultas mayores en el asilo “Alegre amanecer” de Mexicali BC
Para todo esto, organicémonos y articulémonos para exigir que se cumpla cabalmente esta Convención.
Esa seguirá siendo la tarea del Comité Intersectorial México por la Ratificación de la Convención de los Derechos de las Personas Adultas Mayores conformado por:
Instituciones como:
– Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF)
– Instituto para la Atención de los Adultos Mayores en el Distrito Federal (IAAM)
– Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM)
Instituciones académicas como:
– Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Y organizaciones de la sociedad civil como:
– Comunidad Participativa Tepito (COMPARTE)
– 16 Redes de Promotores de DDHH en el DF
– ENCLAVE Equidad Social y Transparencia
– Fundación Héctor Vélez y de la Rosa
– Fundación para el Bienestar del Adulto Mayor (FUNBAM),
– Fundación Tagle
– Fundación de Mano Amiga a Mano Anciana
– Red de Adultos Mayores en el Distrito Federal,
– Promoción Popular Integral
– Un Granito de Arena
– Canas de la Universidad de Vida
– Comité de Derechos Humanos Ajusco
Cada institución desde nuestro ámbito de trabajo conocemos la problemática cotidiana de las personas adultas mayores. Y estamos concientes de lo mucho que falta para concretar este hecho por nuestros derechos. Y esperamos que sean más quienes se unan a esta causa.
La semilla germinará con las nuevas generaciones. ¡Esa es también nuestra herencia!
Intervención de María de los Ángeles Fuentes -Comité DH Ajusco- en el Conversatorio “Personas Adultas Mayores y el derecho humano al agua en el Distrito Federal”. Auditorio Digna Ochoa, 28 de julio de 2015.
Derecho al agua y personas mayores.
1.Historia personal e historia de la ciudad de México
La historia de la ciudad de México ha sido la de una urbe sobre un lago. Y después la construcción encima de otra ciudad que fue desecando el lago, y posteriormente entubando –y contaminando- los ríos. Lo poco que queda de ese tesoro se encuentra bajo acecho.
También la ciudad es un espacio que se quiere volver a llenar de agua en cuanto tiene oportunidad. De igual manera que el resto del país, el Distrito Federal está inundado y se encuentra en sequía simultáneamente.
Como la mayoría de las personas que vivimos en el DF, mi relación con el agua también ha sido una lucha constante. Primero en las vecindades donde viví en la infancia y juventud, donde el acceso al agua era muy limitado, y después cuando llegué a habitar la colonia Ajusco Coyoacán -hace casi 50 años- donde había piedras, víboras y más piedras, pero agua no.
Mi historia es la de muchas mujeres colonizadoras de los Pedregales –niñas, jóvenes y mayores- que luchamos por una colonia más digna para nuestras familias.
Como dijo recientemente “Doña Fili” –legendaria luchadora social- en una Asamblea de asambleas contra la imposición de la Ciudad del Futuro: “nuestra revolución fue una revolución de las mujeres, donde nuestras armas fueron picos, palas y cubetas, muchas cubetas para acarrear el agua para nuestras familias”.
2.La lucha de las mujeres de los Pedregales de Coyoacán
Yo me convertí en activista por los derechos humanos en la lucha por el agua. Y no fue una lucha fácil. La organización fue fundamental ante el desinterés de las autoridades para abastecer de agua a nuestras colonias.
Incluso en una ocación en la década de los 70 realizamos una manifestación curiosa: utilizamos las fuentes de la avenida Miguel Ángel de Quevedo como lavaderos, llevamos nuestra ropa sucia y utilizamos el camellón como tendedero.
Ésa fue una de mucha acciones que realizamos las mujeres pedregalenses.
Todavía no escuchábamos mucho sobre el “derecho humano al agua”, pero sabíamos que el agua es vital y luchábamos por ella.
3.El agua y las mujeres en los Pedregales en la actualidad: tinacos.
A más de 40 años no hay suficiencia en el servicio de agua. Hay zonas de Ajusco, Santo Domingo, Ruiz Cortines y Santa Úrsula que aún dependen del abastecimiento de agua por pipas.
Las mujeres que éramos jóvenes en los sesenta ahora somos personas mayores, y seguimos siendo las abuelas las que batallamos por el agua.
Recientemente, en las campañas electorales los candidatos regalaron tinacos a cambio de votos, principalmente en áreas sin abastecimiento de agua, y –a manera de broma macabra- las mujeres mayores de los Pedregales tienen tinacos que no tienen cómo llenar.
- Visibilizar lo cotidiano: garrafones.
El derecho humano al agua es el derecho de todas las personas a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico[1]. En lo que hemos podido documentar desde el Comité de Derechos Humanos Ajusco, la mayoría de las personas mayores no dispone de agua con esas características.
Mujeres mayores acarrean cotidianamente cubetas y tambos de agua. Muchas no cuentan de agua potable en sus viviendas, y quienes cuentan con medios para comprar garrafones de agua potable, no pueden acceder a ella de manera independiente.
El sólo hecho de no poder manipular un garrafón de agua, inhibe y vulnera el derecho al agua para las personas mayores. También se vulnera nuestra autonomía: nos hace dependientes a terceros.
- Derecho humano al ahua y personas mayores en México.
Resulta absurdo que no haya otras opciones de accesibilidad al agua potable para personas mayores, teniendo en cuenta que en México existen alrededor de 886 mil viviendas donde reside al menos un adulto mayor con discapacidad[2].
Lograr la sensibilización sobre los derechos humanos de las personas mayores resulta fundamental para la sociedad en su conjunto, para el 2050 habrá en México 22% de personas adultas mayores más, y se concentrarán en los entornos urbanos[3].
De acuerdo con un diagnóstico elaborado por SEDESOL[4], las principales problemáticas que sufren las personas mayores son las siguientes:
– insuficiencia de ingresos
– falta de protección social
– deterioro y la disminución de sus activos debido a los gastos inesperados
– aceleramiento del deterioro natural y la baja calidad de vida
– exclusión social
– mayor dependencia de terceros
El 45.4% de las personas adultas mayores a nivel nacional habitan en viviendas con algún tipo de precariedad. A nivel rural, el 58.2% enfrenta este problema mientras que a nivel urbano, es de menos de la mitad de éste (21.1%). De las viviendas habitadas por personas adultas mayores son propiedad de un miembro del hogar, sin embargo 86.8% de éstas tienen algún tipo de precariedad, y dentro del conjunto de características precarias habitacionales, el acceso al agua entubada es la más severa, seguida por la falta de drenaje y el piso de tierra (ver cuadro 1).
Cuadro 1
Condición de las viviendas a nivel nacional
habitadas por adultos mayores por rango de edad
(Porcentaje de viviendas) Servicios | Más de 60 años | Más de 70 años |
Con piso de tierra | 7.1% | 8.1% |
Sin drenaje | 9.1% | 9.4% |
Sin electricidad | 1.5% | 1.7% |
Sin acceso a agua entubada | 9.9% | 10.0% |
Sin baño o letrina | 4.5% | 5.0% |
Propietario de su vivienda | 85.4% | 85.6% |
Con hacinamiento | 23.4% | 21.9% |
Algún tipo de precariedad | 35.6% | 35.4% |
A nivel rural, la principal carencia de las viviendas habitadas por adultos mayores es la falta de acceso a drenaje y a agua entubada, contar con piso de tierra y la falta de baño o letrina.
- La complicada relación con el agua: desastres e inundaciones
Así como el agua falta, también sobra: nada se dice sobre la protección de personas mayores en desastres e inundaciones. El Distrito Federal y gran parte de la zona metropolitana son espacios de alto riesgo por inundaciones. El Comité de Derechos Humanos Ajusco ha documentado al menos dos casos, el de Margarita N. –colonia Ajusco 2013) que al inundarse su casa, los hijos la abandonaron al momento de la tragedia y regresaron cuando la señora ya había resuelto la situación.
Y el otro caso, de la señora Adriana M. (Nezahualcóyotl, Estado de México 2010) que fue rescatada por vecinos cuando las aguas negras inundaron completamente su casa. La señora estaba postrada en cama y no podía ni caminar ni incorporarse, tampoco pedir ayuda.
La violencia y abandono contra las personas mayores es sistémica, incluyendo su relación con el agua.
[1] Segundo párrafo de la Observación General No. 15 del PIDESC.
[2] Según los resultados de la muestra censal del año 2000.
[3] Proyecciones del CONAPO para el año 2050 indican que el número de Personas Adultas Mayores se incrementará de manera considerable de 11 millones 700 mil personas en 2014 a 32 millones 400 mil personas.
[4] “Diagnóstico sobre la situación de vulnerabilidad de la población de 70 años y más” SEDESOL, 2010.
Acompañamiento de la sociedad civil en el contexto de las violencias hacia las personas mayores en la ciudad de México.
María de los Ángeles Fuentes Vera/Comité de Derechos Humanos Ajusco
(Intervención en el Conversatorio “Mecanismos de exigibilidad por una vida libre de violencia para las personas mayores en la Ciudad de México”. 22 de junio de 2016. sala Digna Ochoa de la CDHDF)
Violencia y ciudad.
En este año 2016 la organización Incide Social AC y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en México, presentaron el documento “El crecimiento urbano y las violencias en México”, estudio a nivel nacional que parte de una premisa interesante: la relación entre la ocupación del territorio urbano –es decir tanto vivienda como espacio público- y la vulnerabilidad ante los diferentes niveles de violencias.
El informe indica que “la población habita cada vez más en contextos urbanos que ponen en riesgo su seguridad, lo que tiene repercusiones en su vida personal, familiar y social. Se incrementa su vulnerabilidad y la probabilidad de que experimenten diversas formas de violencia por las transformaciones que ocurren en la ocupación y utilización del territorio, así como en el acceso y disponibilidad de los servicios urbanos…”[1].
Es decir, para prevenir las violencias también se debe regular y ordenar el crecimiento urbano, y que el impulso de políticas de desarrollo urbano y vivienda resulta fundamental para esta prevención de los factores detonadores y factores de riesgo de violencias.
Esta premisa resulta reveladora en el caso de las personas mayores, principalmente en las problemáticas que conocemos algunas organizaciones civiles, muchas vinculadas a la ocupación del territorio, es decir despojo patrimonial y otras a las limitaciones del goce del espacio público, en otras palabras: nuestras ciudades no están diseñadas para las personas mayores, en su infraestructura, en su transporte público, equipamiento, etc.
Algunos tipos de violencia contra las personas mayores son efecto de la mala planeación y crecimiento desordenado de nuestras urbes, que desafortunadamente priorizan a las grandes constructoras, a las inmobiliarias y a los autos, sobre sus habitantes.
Las violencias contra las personas mayores.
Cada 15 de junio se conmemora el “Día Internacional de Toma de Conciencia sobre el Maltrato hacia las Personas Adultas Mayores”, y consideramos que es un intento importante para visibilizar la grave problemática de nuestro sector etario, pero creemos que el “maltrato”[2] es una categoría que no explica ni visibiliza la situación de las personas mayores.
El maltrato se reduce a la relación entre “una persona víctima (que permita la situación) y de una persona agresora (que ejecute la agresión), sin olvidar que estos papeles son dinámicos e intercambiables”[3], pero la violencia muchas veces no suele ser interpersonal, también proviene de los medios de comunicación, de las corporaciones, de las instituciones y de cómo se concibe lo público y lo privado para las personas mayores.
Consideramos que el “maltrato” define solo a un tipo de violencia y que no se reduce a particulares o personas funcionarias. Algunos estudios indican que el abandono es multicausal y complejo, y que su tratamiento no basta con políticas públicas, porque se trata de un desprecio cultural a la vejez: una violencia sistémica.
Como indica el INAPAM “las estadísticas sobre el maltrato en la vejez son datos alejados de la realidad, debido a que la mayoría de las personas mayores que lo viven no lo denuncian. Esta situación tiene su origen en distintas razones: no aceptan que están siendo maltratados, tienen temor a las represalias; pues es el único familiar con el que cuentan; creen que es temporal; no quieren que su familiar o cuidador vaya a la cárcel; desconocen con qué autoridad deben dirigirse o su condición física o cognitiva no le permiten realizar una denuncia”[4]
La violencia sistémica tiene que ver también con el llamado “maltrato estructural” que consiste en “deshumanizar el trato hacia la persona mayor en las oficinas gubernamentales y en los sistemas de atención médica, discriminarlos y marginarlos de la seguridad y bienestar social, no cumplir las leyes y normas sociales”[5]
La vejez está vedada para el goce del espacio público, (imposible andar en Metro, imposible salir al parque) y también vedada para el espacio privado, ya que la infantilización y pérdida de autonomía impiden a las personas su libre determinación del tiempo, del dinero, del ocio, etc.
Es interesante reflexionar sobre la relación espacio-vivienda-territorio-vejez, por ejemplo 45.4% de las personas mayores a nivel nacional habitan en viviendas con algún tipo de precariedad y dentro del conjunto de características precarias habitacionales, el acceso al agua entubada es la más severa, seguida por la falta de drenaje y el piso de tierra.
Ciudad de México contra sus mujeres mayores.
En su documento “Prevención del maltrato hacia las personas mayores” el INAPAM menciona que “un factor de riesgo, que hace de la persona mayor más vulnerable” es ser mujer[6]. Otros factores de riesgo que se suman son: cuando existe deterioro de salud y/o discapacidad; dependencia emocional, depresión, ansiedad, baja autoestima o demencia; aislamiento social; y antecedentes de maltrato doméstico.
La ciudad de México se ha colocado como una urbe poco amable para algunas poblaciones que la habitan y transitan, una de las más vulneradas somos las mujeres y entre estas, las mujeres mayores. Si bien los feminicidios suelen arrojar cifras en rangos de edad entre los 15 y los 35 años, sí existe una especificidad sobre la violencia a las mujeres mayores que sufren en la ciudad.
Esta ciudad también ha sido construida por nosotras las mujeres, pero ahora debemos tomar conciencia y enfrentar el reto de pensar la ciudad para vivirla y gozarla, y también para experimentarla desde ámbitos de los cuidados a poblaciones que no cumplen una funcionalidad productiva “plena”.
Por lo tanto las mujeres históricamente discriminadas y violentadas por la idea de una ciudad de y para hombres, genera un territorio que no cuenta con infraestructura ni servicios adecuados para mujeres mayores. Es importante visibilizar las características específicas por género y condición etaria de las mujeres para poder responder con políticas públicas y territorios acertivos para nuestra población.
Visibilizar y sensibilizar para la toma de conciencia.
No hablamos del “Gobierno de la ciudad” contra sus mujeres mayores, sino la “ciudad de México” contra sus mujeres mayores, y eso incluye obviamente a personas funcionarias y también a los familiares y personas cercanas de las mujeres mayores, y también a su población en general
Como indicó el Consejo para Prevenir la Discriminación (Conapred) el pasado 15 de junio: “debemos crear conciencia entre la población acerca de este fenómeno, pues lo que empieza como discriminación, puede convertirse más tarde en maltrato o claramente una manifestación de violencia”[7]
Lograr la sensibilización sobre los derechos humanos de las personas mayores resulta fundamental para la sociedad en su conjunto, para el 2050 habrá en México 22% de personas mayores más, y se concentrarán en los entornos urbanos.[8]
“La toma de conciencia” ha sido en gran medida la tarea de las organizaciones de la sociedad civil que trabajamos en la promoción de los derechos de las personas mayores. Cada organismo presente aquí se ha esforzado en sensibilizar sobre esta grave problemática, principalmente desde los diferentes territorios de la ciudad.
En el documento de Incide y la CEPAL consideran “imprescindible intervenir de manera eficiente y oportuna desde los territorios, con el objetivo de evitar la destrucción de las solidaridades, del tejido social, fortalecer los controles y capacidades de contención individual, social y estatal existentes para hacer frente a los niveles de violencia que se presentan en el México urbano actual”[9]
Enfrentándonos a un contexto adverso donde las personas funcionarias desconocen los más básicos instrumentos de protección a las personas mayores.
Las organizaciones -en la medida de nuestras limitaciones- además de la tarea de promover y sensibilizar, también acompañamos y canalizamos casos relacionados con la relación “ciudad-violencia-vejez-género”.
En estos acompañamientos hemos documentado principalmente la no aplicación de la “certeza jurídica”, es decir “recibir un trato digno y apropiado en cualquier procedimiento judicial que los involucre” y “recibir el apoyo de las instituciones federales, estatales y municipales en el ejercicio y respeto de sus derechos”[10].
Desde el Comité de Derechos Humanos Ajusco tenemos años señalando los diferentes obstáculos que se enfrentan mujeres mayores en la realización de trámites de identidad jurídica.
No han respetado la “certeza jurídica” tanto personas servidoras públicas locales y federales, e incluso de otras entidades federativas, ya que en muchos casos se ha tratado de mujeres, mayores, indígenas, migrantes y con alguna discapacidad –principalmente motriz y auditiva-.
El proceso del trámite es tortuoso, y se agrava cuando las mujeres mayores requieren hacer correcciones a su documento de identidad. La carencia de identidad les impide gozar de su primordial derecho, así como de diversos servicios que les pueden beneficiar otros en materia de salud y educación, y algunas personas en caso de viudez no pueden contar con la pensión que por ley les corresponde.
En suma, las organizaciones de la sociedad civil –en conjunto instituciones académicas, instancias gubernamentales y organismos públicos como esta CDHDF- hemos logrado avances significativos para promover y sensibilizar, acompañar y gestionar, pero principalmente para realizar propuestas puntuales de políticas públicas en materia de derechos de las personas mayores.
Un ejemplo, entre muchas acciones, ha sido el documento “Por los Derechos Humanos de las Personas Mayores en la Constitución de la Ciudad de México”[11] elaborado por el Comité Intersectorial “México por la Convención de los Derechos Humanos de las Personas Mayores”, que tanto plantea un diagnóstico de la grave situación de las personas mayores en nuestra ciudad y también ofrece propuestas bien fundamentadas, surgidas del diálogo y esfuerzo de una interesante diversidad de organizaciones, instituciones y academia.
En dicho documento, y en concreto sobre el derecho a la identidad, se propone: “Garantizar la gratuidad de los trámites referentes al reconocimiento de la identidad jurídica y estado civil de las personas mayores, así como de los servicios públicos de salud, transporte, educación, recreación y cultura”
La problemática sobre el derecho a la identidad y en especial los trámites relativos al Acta de Nacimiento no sólo afecta a las personas mayores, ya que se trata de una situación compleja que agrava la violación de los derechos de otras poblaciones prioritarias, como los son las personas indígenas, personas que viven y sobreviven en calle, así como las personas migrantes.
El viacrucis de los trámites de Acta de Nacimientos no terminará con su gratuidad. Como se trata de una violencia sistémica, urge que las autoridades correspondientes, instituciones involucradas, y la ciudadanía en general debamos coadyuvar para un pleno reconocimiento de la identidad jurídica de todas las personas que habitan y transitan en la ciudad de México, esto incluye a los gobiernos de los estados de la República en cuyas oficinas de representación en la ciudad también obstaculizan y violan el derecho a la identidad de mujeres mayores que migraron a la Ciudad.
[1] Varios. El crecimiento urbano y las violencias en México. Editorial Naciones Unidas, México, 2016, p. 5.
[2] “El maltrato se define como una acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza y produzca daño o angustia a una persona adulta mayor.” 1 Declaración de Toronto Para la Prevención Global del Maltrato de las Personas Mayores. OMS, Ontario, 17 de noviembre de 2002.
[3] Ibidem.
[4] Ibidem.
[5] INAPAM. Prevención del maltrato hacia las personas adultas mayores. SEDESOL, México.
http://www.inapam.gob.mx/work/models/INAPAM/Resource/Documentos_Inicio/Prevencion_maltrato_hacia_PAM.pdf (consultado el 20 de junio de 2016)
[6] INAPAM. Prevención del maltrato hacia las personas adultas mayores.
[7] INAPAM. Comunicado “La vejez no debe ser motivo de discriminación”. 16 de junio de 2016.
[8] Proyecciones del CONAPO para el año 2050 indican que el número de Personas Adultas Mayores se incrementará de manera considerable de 11 millones 700 mil personas en 2014 a 32 millones 400 mil personas.
[9] Varios. El crecimiento urbano y las violencias en México. p.45.
[10] Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores. Sedesol, México.
http://www.inapam.gob.mx/work/models/INAPAM/Resource/Documentos_Inicio/Ley_2014.pdf
[11] Elaborado por varias instituciones y organizaciones.
Paraguay 26 de junio de 2017- Ángeles Fuentes Vera -Comité DH Ajusco-: “El cotidiano y la discriminación a las personas mayores”.
“El cotidiano y la discriminación a las personas mayores”. María de los Ángeles Fuentes Vera.
Reunión regional de la sociedad civil, Madrid +15. “Los derechos humanos de las personas mayores. Aquí y ahora” Ypacarai. Paraguay; 26 de junio de 2017
Los países latinoamericanos compartimos múltiples y ricos aspectos de la vida, nos identificamos a través de nuestras prácticas cotidianas, reconocemos nuestras similitudes más allá del lenguaje y el color de piel. Nos acuerpamos en un constructo de ritmos, olores y sabores que permean a profundidad en las representaciones socioculturales.
Somos parte de un modelo armable del que cada uno es pieza fundamental, la historia en común nos ha hecho compartir códigos morales y éticos, maneras de relacionarnos y de discriminar. El discurso fundador dicta que, deberíamos comenzar a obviar las particularidades de cada persona, para pensar en no discriminar. La discriminación es un hecho que lamentablemente, tiene profundas raíces en nuestros países y culturas latinoamericanas.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación de mi país, dice que “Sabemos identificar la discriminación cotidiana en todas las actitudes de desprecio, rechazo e intolerancia hacia una persona o grupo de personas; fundada sobre la base de los prejuicios negativos y los estigmas relacionados con una desventaja inmerecida. Estas conductas de manera intencional o no, limitan los derechos y las libertades fundamentales de las personas a quienes se está discriminando y disminuyen sus oportunidades de desarrollo”.
En México el 9 de junio del 2003, se promulgó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, y a la letra dice: “Se entenderá por discriminación toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de desarrollo de las personas”.
La ciudad de México también cuenta con herramientas para disminuir las prácticas discriminatorias, como la Ley para prevenir y eliminar la Discriminación del Distrito Federal, publicada el 24 de febrero de 2011 y que en su Artículo 5[i], determina la prohibición de cualquier tipo de discriminación, enunciando entre sus múltiples dimensiones, la edad.
Lamentablemente pareciera que a pesar de todos estos mecanismos y esfuerzos, las prácticas discriminatorias forman parte del cotidiano de las personas mayores, quienes desde nuestras multiculturalidades somos objeto de todas sus prácticas. En varios espacios, hemos charlado sobre la falsa premisa que valora a la juventud como un sinónimo de productividad, y que la interpretación negativa de la vejez ocasiona maltrato, abuso, despojo, violencias y abandono, y de cómo al cruzarla con otras formas de discriminación como el género, la etnia y la desigualdad, se potencializa un grave problema de exclusión social[ii].
Si entendemos que existen instrumentos internacionales vinculantes para que los derechos humanos sean respetados, y que en particular existe una Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las personas mayores, y que en su capítulo IV, correspondiente a los derechos protegidos, Artículo 5, sobre Igualdad y no discriminación por razones de edad dice:
“Queda prohibida por la presente Convención la discriminación por razones de edad en la vejez
Los Estados Parte desarrollarán enfoques específicos en sus políticas, planes y legislaciones sobre el envejecimiento y vejez, en relación con la persona mayor en condición de vulnerabilidad y aquellas que son víctimas de discriminación múltiple, incluidas las mujeres, las personas con discapacidad, las personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género, las personas migrantes, las personas en situación de pobreza o marginación social, los afrodescendientes y las personas pertenecientes a pueblos indígenas, las personas sin hogar, las personas privadas de libertad, las personas pertenecientes a pueblos tradicionales, las personas pertenecientes a grupos étnicos, raciales, nacionales, linguisticos, religiosos y rurales entre otros”.
¿A qué podemos atribuir que en los diversos espacios del constructo social, incluyendo a la sociedad civil no se tome en cuenta la variable “edad” como un elemento clave para comprender las necesidades reales en la propuesta, implementación y análisis de políticas públicas? Creemos “mientras los estereotipos e imágenes negativas que hay sobre la vejez, que no hacen sino obstaculizar las posibilidades de visibilidad, valoración positiva y reconocimiento personal y social de esta etapa de la vida a la que se teme llegar, no se entenderá la vida mayor como un proceso natural y por tanto no se fomentará una cultura de aceptación y prevención. “Visibilizar y revalorar la vejez que ocurrirá –u ocurre ya- es indispensable para generar una cultura de reconocimiento, ejercicio y garantía de nuestros derechos como personas mayores[iii]”.
Es grave reconocer que para los espacios de toma de decisión, que van desde la mesa del comedor hasta el Senado de la República, las personas mayores somos invisibles. Las políticas sociales no están comprendidas como una acción de prevención y una medida para garantizar el desarrollo de las economías locales y nacionales, las personas mayores somos vistas como un gasto extra, como personas improductivas y de bajo valor.
Hablábamos pues de las historias compartidas, y tristemente las realidades en nuestros países dan cuenta de que las condiciones de desigualdad, violencia sistémica y estructural abonan a la práctica cotidiana y cultural que discrimina a las personas todas, pero sobre todo al momento de envejecer. Los actos de discriminación son el fundamento del retroceso, la historia nos ha enseñado a diferenciar colores, idiomas y edades. Somos discriminados al momento de nacer pues no estamos dotados de capacidad cognoscente, cuando pequeñas no distinguimos la verdad de la mentira, de jóvenes somos incapaces de aceptar responsabilidades y al envejecer, simplemente desaparecemos.
Invariablemente para el Estado, en sus distintas manifestaciones, no existirá oportunidad de cambio mientras no se reconozca el aporte que las personas mayores damos a las sociedades, si no se refuerza un estado de derecho que garantice un envejecimiento digno para todas las personas, ¿donde se encontrará el futuro de las naciones?
Gracias.
[i] “Queda prohibida cualquier forma de discriminación, entendiéndose por ésta la negación, exclusión, distinción, menoscabo, impedimento o restricción de alguno o algunos de los derechos humanos de las personas, grupos y/o comunidades, estén o no en situación de discriminación imputables a personas físicas o morales o entes públicos con intención o sin ella, dolosa o culpable, por acción u omisión, por razón de su origen étnico, nacional, raza, lengua, sexo, género, identidad indígena, identidad de género, expresión de rol de género, edad, discapacidad, condición jurídica, social o económica, apariencia física, condiciones de salud, características genéticas, embarazo, religión, opiniones políticas, académicas o filosóficas, identidad o filiación política, orientación sexual o preferencia sexual, estado civil, por su forma de pensar, vestir, actuar, gesticular, por tener tatuajes o perforaciones corporales, por consumir sustancias psicoactivas o cualquier otra que tenga por efecto anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, de los derechos y libertades fundamentales, así como la igualdad de las personas frente al ejercicio de derechos. También será considerada como discriminación la bifobia, homofobia, lesbofobia, transfobia, misoginia, xenofobia, la segregación racial y otras formas conexas de intolerancia, el antisemitismo en cualquiera de sus manifestaciones”.
[ii] María de los Ángeles Fuentes Vera. Animal Político
[iii] María de los ängeles Fuentes Vera. Op. Cit.
“Palabras Mayores” La invisibilización de las mujeres mayores en informes de derechos humanos.
María de los Ángeles Fuentes Vera
Hoy día, en la Ciudad de México tenemos una Constitución. Para este proceso fue necesario que diversas personalidades se reunieran a cavilar lo que en nuestra Ciudad debería ser garantizado y reconocido, los Derechos Humanos fueron el eje transversal en la construcción de un documento que agrupará y representará los intereses de la multiplicidad de personas que cohabitamos en esta, nuestra gloriosa Ciudad de México.
En el consejo redactor de la Constitución pudimos observar que “El 17% del Constituyente de la Ciudad de México estuvo conformado por personas mayores de los diferentes partidos políticos” y “a pesar de la alta presencia de personas mayores en la constituyente, y analizando las propuestas con una perspectiva de derechos humanos para la vejez, como la reconocida en la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos de las personas mayores. Únicamente se menciona la continuidad de los programas de la pensión alimenticia”.
Si entendemos que existen instrumentos internacionales vinculantes para que los derechos humanos sean respetados, y que en particular existe una Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las personas adultas mayores, y que en su capítulo III, correspondiente a los deberes generales de los estados parte, Artículo 4, inciso g. Y que a la letra dice:
“Los Estados Parte se comprometen a salvaguardar los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor enunciados en la presente Convención, sin discriminación de ningún tipo y a tal fin…
- g) Promoverán la recopilación de información adecuada, incluídos datos estadísticos y de investigación que le permitan formular y aplicar políticas a fin de dar efecto a la presente convención”
El análisis que debe hacerse de la situación de los derechos de las personas mayores en el país va más allá de la mera estadística. No basta con cuantificar la dispersión de recursos mediante tarjetas de programas sociales de corto alcance, no se debe de basar en la medición cuantitativa de las visitas al médico, decesos y enfermedades. No.
Para tener un panorama amplio y clarificante, es fundamental tomar en cuenta las acciones de promoción y defensa que desde el mismo sector de población se realizan. Somos las personas mayores quienes hemos contribuido indudablemente a que los derechos humanos puedan ser nombrados y exigidos en amplísimos espacios y diversos grupos. Somos nosotras y nosotros quienes durante el camino andado hemos tomado las causas como propias y dimos forma al discurso que aboga por la igualdad, no discriminación, inclusión y respeto, siempre más allá de nuestras propias realidades.
Fortalecemos luchas, nos incluimos en los cotidianos de aquellas personas sin acceso a la educación, agua, servicios de salud. Somos nosotras y nosotros quienes desde nuestras trincheras exigimos al Estado, a las autoridades, a quienes resulten responsables respuesta inmediata de la desaparición de nuestras hijas, nietos, vecinas. Nosotras y nosotros quienes solicitamos a la academia generar espacios para la discusión, análisis y el diálogo intergeneracional.
Lamentablemente pareciera que para estos espacios y la población toda, somos cada día más invisibles, resultamos personalidades borrosas, desaparecemos a la par de la memoria de nuestros continentes. Bien es conocido que aquellos pueblos que no tienen memoria están condenados a perecer. Si partimos de este hecho, y nos reconocemos como personas que abogamos por la construcción de colectividades incluyentes e igualitarias. ¿A qué atribuimos que en los diversos espacios de análisis y en los informes generados desde lo institucional, local, federal, internacional, inclusive desde la sociedad civil no se tome en cuenta la variable “edad” como un elemento clave para comprender los procesos de lucha y defensa de derechos humanos?
Esta interrogante surge a partir de una detallada revisión a múltiples informes del 2016, en los que a partir de cifras se cuantifican las violaciones, agresiones, muertes y desapariciones a personas defensoras de derechos humanos. Informes en los que importantes hechos son plasmados, y que indudablemente resultan herramientas indispensables para la petición de cuentas, pero que al invisibilizar la participación de las mujeres mayores, contribuyen de manera casi involuntaria a la perpetuación de las condiciones de desigualdad que las mujeres enfrentan día con día.
Se trata pues de un llamado de atención para quienes han tomado como causa la representación de las diversas luchas.
Es fundamental que los informes, particularmente aquellos que se dictan desde la sociedad civil sean consideradas las mujeres mayores como personas defensoras y con esta acción contribuir a visibilizar a este sector etario quienes cada día somos más inexistentes para el Estado.
Retomando el tema que nos reúne, y que da nombre a esta ponencia, me permitiré enunciar los elementos de análisis sobre los cuales indagamos para dar fe de que en los informes revisados no existe una variable que integre a las mujeres mayores como una categoría.
(CUADRO 1, ANEXO)
Consideramos que al no nombrar los términos: viejo, vieja, vejez, persona mayor, persona adulta mayor, ni integrar una categoría cuantitativa de edad para la identificación de agravantes y violaciones a derechos humanos, no se concede la justa valía a la participación política de las mujeres mayores en los diversos espacios de lucha. Si hemos delimitado la búsqueda a estos informes, es por su peso y dimensión política. Pero estamos conscientes de que esta invisibilización se encuentra en la totalidad del espectro social.
Como puede observarse, en las distintas latitudes el accionar es el mismo. No existe espacio para la persona mayor y mucho menos para las mujeres mayores, no se identifica la capacidad de lucha, de acuerpamiento y de fuerza que damos a los espacios de exigibilidad.
Si bien el Estado se ha encargado de convertir a las personas mayores en cuotas partidistas, en carne de cañón, incansables asistentes de mítines y marchas; ¿ porque desde la Sociedad Civil se actúa con la misma displicencia? Por qué la variable de género se ve mermada por la cuestión etarea. Si nosotras hemos luchado por generaciones y de manera conjunta con personas jóvenes, por qué estas mujeres jóvenes se encuentran dentro del discurso que elimina e invisibiliza por razones de edad?
“La interpretación negativa de la vejez en la que se valora la juventud como un sinónimo de productividad, genera maltrato, abuso, despojo, violencias y abandono, y cruzada con otras formas de discriminación como el género, la etnia y la desigualdad, potencializan un grave problema de exclusión social”. “Los estereotipos e imágenes negativas que hay sobre la vejez obstaculizan las posibilidades de visibilidad, valoración positiva y reconocimiento personal y social de esta etapa de la vida a la que se teme llegar. Visibilizar y revalorar la vejez que ocurrirá –u ocurre ya- es indispensable para generar una cultura de reconocimiento y ejercicio de nuestros derechos como personas mayores”.
¿Qué nos toca hacer? ¿Cómo podemos avanzar del discurso a la práctica? Lo sabemos desde tiempo atrás, la inclusión es la respuesta.
Nosotras desde la experiencia y la edad, consideramos como una tarea fundamental revalorizar el peso que las mujeres tenemos en la promoción de la acción colectiva, el papel que las mujeres mayores juegan como movilizadoras es indispensable para la consolidación de espacios de lucha. Es decir habrá que ver a las mujeres mayores como agentes de cambio quienes promueven desde su praxis un sentimiento de colectividad, generando redes que sin duda juegan un papel fundamental para involucrar a más personas en búsqueda de un fin común.
Fortalecer un movimiento requiere de una labor desde el conocimiento de la acción, necesita configurarse como un sistema de relaciones, en donde se entienda a la identidad no como algo transparente y armonioso, sino como la capacidad de reconocer las diferencias y de sopesar las tensiones que de estas diferencias fluyen.
Gracias
ANEXO.
El cuadro mencionado en el siguiente enlace
Las organizaciones de la sociedad civil y los derechos de las personas mayores en México. Participación de María de los Ángeles Fuentes Vera, Comité de Derechos Humanos Ajusco.
Miércoles 21 de junio 12:00 a 12:50 Auditorio 2 Unidad de Posgrado de la UNAM
Organizaciones civiles de derechos humanos.
Desde el Comité de Derechos Humanos Ajusco nos ha tocado presenciar y también participar en la historia de las organizaciones de derechos humanos en México. En sus orígenes a mediados de la década de los ochenta, el comité surgió como una opción de educación popular de derechos humanos, acompañado por los aportes que la Compañía de Jesús traía de sus procesos en Centroamérica.
Una razón para enfocar nuestras labores en la promoción y defensa de los derechos de las personas mayores, ha sido porque ha envejecido la población de nuestras colonias de los Pedregales de Coyoacán. Que los últimos 40 años veníamos impulsando la agenda de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales, en particular el derecho humano al agua, pero que recientemente nos hemos enfrentado a una cotidiana realidad de violencia y despojo hacia personas mayores.
Descubrimos entonces que, a pesar de contar con una alta y creciente población de personas mayores con una problemática en suma compleja, existen en México pocas organizaciones civiles de personas mayores, comparado por ejemplo con organizaciones de la diversidad sexual.
Claro que existen clubes de convivencia, así como colectivos de carácter clientelar, organismos de beneficencia y otros espacios que trabajan con algún aspecto de la vejez, pero que no abordan desde de la óptica de los derechos humanos, mucho menos de las personas mayores, ni con perspectiva de género, solo por mencionar algunas.
Esto tiene que ver con la invisibilización y la violencia sistémica a la que nos enfrentamos. El manejo clientelar de la vejez nos ha hecho personas participativas exclusivamente en lo electoral, por ejemplo el Instituto Electoral del DF recientemente indicó que “las mujeres de entre 60 y 64 años son las más participativas en las urnas, con 61.3%, seguidas de las de 55-59 años, con 57.7%”, pero no necesariamente significa que las personas mayores tengamos incidencia en la política, ni en la toma de decisiones.
En agosto del año pasado publiqué en Animal Político sobre el importante número de personas mayores (17%) en la conformación de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, y mencioné que “…Tomadores de decisiones que, siendo personas mayores, no asumen esta condición como una identidad, y reproducen una ideología negativa y una práctica política que niega la posibilidad de hacer una reflexión crítica de los prejuicios sobre la vejez y de construir un marco normativo que valore positivamente este periodo de la vida como un espacio de conocimiento, disfrute, intercambio, de utilidad social, comunitario y personal. Particularmente para las mujeres, quienes constituyen la mayoría de las personas mayores en México. Por ello, el objetivo no es que lleguen las personas mayores a espacios de toma de decisión, sino que quienes de hecho están, representen efectivamente una condición que viven y comparten con miles de ciudadanos…”
Las personas mayores somos excluidas en las diferentes tomas de decisiones, desde el ambiente familiar hasta la de la política tradicional. Los estereotipos e imágenes negativas que hay sobre la vejez obstaculizan las posibilidades de visibilidad, valoración positiva y reconocimiento personal y social de esta etapa de la vida a la que se teme llegar. Visibilizar y revalorar la vejez que ocurrirá -u ocurre ya- es indispensable para generar una cultura de reconocimiento y ejercicio de nuestros derechos como personas mayores.
La interpretación negativa de la vejez en la que se valora la juventud como un sinónimo de productividad, genera maltrato, abuso, despojo, violencias y abandono y, cruzada con otras formas de discriminación como el género, la etnia y la desigualdad, potencializan un grave problema de exclusión social.
A pesar de la alta presencia de personas mayores en la vida política, liderazgos de la sociedad civil, mundo empresarial y otras esferas, es notoria la ausencia de propuestas con una perspectiva de derechos humanos para la vejez, como la reconocida en la “Convención Interamericana sobre la protección de los derechos de las personas mayores”. En la retórica política únicamente se menciona la continuidad de los programas de pensión alimenticia.
En un ejercicio de autocrítica -y con escasas excepciones que mencionaré posteriormente- es importante señalar que:
– La invisibilizacion de la vejez viene también de parte de las organizaciones,
– no sólo existen pocas organizaciones sobre derechos de personas mayores,
– el tema de vejez y envejecimiento tampoco resulta prioritario para la sociedad civil con un trabajo reconocido.
Hoy por la tarde presentaré la ponencia en este Segundo Congreso Internacional Interdisciplinario sobre Vejez y Envejecimiento de la UNAM, donde hago un señalamiento sobre la invisibilización de las personas mayores inclusive desde los aportes de las organizaciones de derechos humanos de nuestro país.
Resulta inconcebible que frente a un contexto, donde un buen número de mujeres defensoras de derechos humanos en México somos mayores de 60 años, y que éste elemento de análisis no sea considerado y ni mencionado en informes, elaborados por organismos internacionales y nacionales. Mujeres defensoras y periodistas perseguidas y asesinadas son mujeres mayores, pero no adoptamos una mirada transversal de la vejez y de los derechos de las personas mayores en ningún posicionamiento.
Experiencias de redes de trabajo en materia de personas mayores.
La organización que tengo el honor de dirigir el Comité de Derechos Humanos Ajusco, ha sido y es un comité de trabajo de base. Comenzó siendo un colectivo conformado por un herrero, un albañil, estudiantes, amas de casa, comerciantes y sacerdotes jesuitas.
Con el tiempo nos hemos especializado en problemáticas concretas a las que nos enfrentamos cotidianamente. Concientes de que no se puede trabajar de manera aislada, nos hemos articulado en redes para impulsar propuestas en políticas públicas, así como para posicionar temas en la agenda nacional y para crecer en comunidad.
Desde inicios de los noventa hemos sido parte de importantes iniciativas, como la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todas y todos” Redtdt, el Espacio Social para el Diálogo Estratégico y la Coalición Ciudadana por la Prevención Social de las Violencias.
En recientes años, y concientes de la problemática del alto consumo de azúcar y refrescos y lo que representa en salud pública y en miles de muertes por enfermedades crónicas no hereditarias -otro tema donde pocas organizaciones de la sociedad civil están poniendo atención- participamos en la Plataforma Estratégica contra el Sobrepeso y la Obesidad (ContraPESO), donde hemos impulsado importantes iniciativas de ley y observatorios.
Pero, la problemática más apremiante que documentamos tanto en los Pedregales de Coyoacán como en todo el país, es la violencia sistémica y el despojo patrimonial contra las personas mayores.
Más allá de la organización de talleres, conferencias y campañas de difusión, el logro más importante en este rubro ha sido participar en un inusitado colectivo denominado el Comité Intersectorial “México por la Convención de los Derechos Humanos de las Personas Mayores”, somos un “espacio de encuentro plural y propositivo, que desde 2011 hemos trabajado de forma conjunta”.
Bien podría redactarse una tesis doctoral sobre el curso de este Comité intersectorial, que conjunta a:
- fundaciones de asistencia privada (Alianza de Organizaciones de Adultos Mayores A.C. (REDAM), Fundación de Mano Amiga a Mano Anciana, I.A.P., Fundación Héctor Vélez y de la Rosa, I.A.P., Un Granito de Arena I.A.P., Fundación para el Bienestar del Adulto Mayor, I.A.P., Fundación Tagle, I.A.P.),
- academia (Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México),
- instituciones gubernamentales (Instituto Nacional de Geriatría, Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores, Instituto para la Atención de los Adultos Mayores en el Distrito Federal, Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal),
- organismos autónomos (Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y la Comisión Nacional de Derechos Humanos),
- así como organizaciones civiles encabezadas por personas mayores (16 Redes de Promotores de Derechos Humanos del Distrito Federal A.C., Canas Dignas;, y el Comité de Derechos Humanos Ajusco).
Este colectivo ha generado importantes diagnósticos de la situación de las personas mayores, ha organizado foros y seminarios, también ha redactado documentos que han servido para políticas públicas y también contenidos para la reciente Constitución de la Ciudad de México.
También se han desarrollado procesos en la misma ruta con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Suprema Corte de Justicia y el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia. Vale la pena mencionar también la labor de institutos especializados como el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM.
A pesar de los grandes aportes que se han logrado, principalmente en la corresponsabilidad que se traduce en que instancias gubernamentales participen activamente en estas mesas de trabajo, siguen siendo esfuerzos poco articulados comparados con otras iniciativas. Nuevamente la vejez y el envejecimiento no son temas que llamen la atención de las amplias redes de sociedad civil organizada.
Hay que reconocer que como sociedad civil –salvo escasas excepciones- se desconocen los contenidos de la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores, que México no ha firmado ni ratificado.
La Convención nos debe servir para mirar a largo plazo, porque desafortunadamente nos perdemos en la coyuntura y en la inmediatez. Deberíamos conocer y aplicar el sentido de la Convención, con la población en su conjunto, las organizaciones y los distintos espacios de decisión. De lo contrario, seguirá siendo un proceso de simulación y especulación.
Urgen nuevas organizaciones en todo el país, organizaciones de y para personas mayores, y también organizaciones con alto nivel de profesionalización en vejez y envejecimiento, con carácter intergeneracional, que desarrollen efectivos mecanismos de exigibilidad y protección para personas mayores, pero que también tengan compromiso y sensibilidad.