Ana Luisa Nerio Monroy: El Día del Niño y de la Niña más que una fecha para regalar dulces y comer pizza.

(foto: Unicef)

Autora: Ana Luisa Nerio Monroy[1]

Existen dos fechas importantes para celebrar a la niñez en México, una es el 30 de abril y la otra es el 20 de noviembre. En realidad, a nivel nacional y si lo queremos ver así, en los espacios escolares, recreativos, comerciales y en algunos casos hasta políticos, el 30 de abril es la fecha más conocida. La de noviembre es una fecha internacional y mucho más vinculada con el reconocimiento de la niñez como sujeta de derechos. El 20 de noviembre es la fecha que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció como el Día Mundial de la Infancia y que recuerda la aprobación por parte de la Asamblea General de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), instrumento internacional de derechos humanos, de carácter vinculante para todos los países que la han firmado.

Recordemos además que el interés por contar con una fecha especial para reconocer la importancia de respetar y proteger a la niñez, tiene antecedentes la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 que, por ser declaratoria, no generaba obligaciones para los Estados Parte, pero que ya reflejaba la preocupación de muchos países, por la situación de las niñas y niños del mundo. Sobre todo, porque como es bien sabido, los horrores de la Primera y de la Segunda Guerras Mundiales y sus efectos en la vida de las infancias del mundo, dejaban claro que se trataba de un grupo de población sumamente vulnerable que requería de protección especial.

Aunque la Convención de los Derechos del Niño es de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 836, párrafo IX del 14 de diciembre de 1954, ya recomendaba que se dedicara un día a “fomentar la fraternidad entre los niños y las niñas del mundo, y promover su bienestar con actividades sociales y culturales”. Cada Estado debía elegir la fecha más adecuada.

México ya contaba con esta celebración mucho antes de que la ONU recomendara su establecimiento. El INEGI señala que, en nuestro país, el Día del Niño fue reconocido en mayo de 1916, en Tenayuca, Veracruz[2]. Sin embargo, fue hasta el 30 de abril de 1924 que se oficializó su celebración a nivel nacional siendo presidente de la República el General Álvaro Obregón y ministro de Educación Pública, José Vasconcelos. La fecha se ha mantenido desde entonces, con la finalidad de generar fraternidad entre las infancias y promover su desarrollo.[3]

El marco legal que reconoce y protege los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes está conformado por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los tratados internacionales de los que México es Estado Parte y demás leyes aplicables. Destaca por su importancia la Convención sobre los Derechos del Niño y a nivel nacional la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (4 de diciembre de 2014). Solamente para ejemplificar algunos derechos de las niñas y los niños señalaré: la vida, la educación, la alimentación, la salud, al agua, a la identidad, a la libertad, a la vivienda, a un nombre, nacionalidad, a la familia a la protección, al libre desarrollo la personalidad y por supuesto a una vida libre de violencia.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 (Censo 2020), en México hay 38.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad (49% mujeres y 51% hombres). Es decir, el 30% de la población total del país. Si bien el 30 de abril debería ser una celebración para este 30 por ciento de la población (que no lo es, porque muchas niñas y niños están en situaciones de pobreza, abandono, violencia que no dan lugar para ninguna celebración), y en los centros escolares, ya sea públicos o privados, en los distintos espacios culturales y de esparcimiento, en los medios de comunicación y redes sociales, se busca hacer de esta una fecha festiva, lo que es positivo, también es un buen, momento para pensar en todas las deudas sociales y gubernamentales que en México tenemos con la infancia.

Esta fecha más que dulces y un pedazo de pizza, que sí, vamos a darlo; es importante detenernos a evaluar dónde estamos parados en relación a los derechos de las infancias. ¿Cómo está la salud de nuestras niñas y niños? ¿Hay vacunas? ¿Ya hay medicamentos para las/los niños con cáncer? ¿Están bien nutridos? ¿Qué podemos decir de las infancias migrantes? ¿Ya solucionamos el problema de la violencia doméstica? ¿Qué pasa con el crimen organizado y su papel en la inseguridad en la que viven niñas y niños? ¿Qué respuesta tenemos para los feminicidios de niñas que son reales y existen? ¿Ya funciona la estrategia para prevenir el embarazo adolescente? ¿Qué esta pasando con el Sistema Nacional de Protección para Niñas, Niños y adolescentes (SIPINNA) y las reformas legales que impactarían en su trabajo?

Para lograr infancias felices debemos recordar que son sujetas de derechos y velar porque se cumplan los principios de: interés superior del niño; la no discriminación; la participación; y desarrollo.  Celebremos sin cerrar los ojos a la realidad. No nos engañemos. Nuestras infancias no tienen las oportunidades ni la protección que merecen y a las que el Estado Mexicano y la sociedad estamos obligados a proporcionar.


[1] Mtra. En RRII por la UNAM. Capacitadora y tallerista en derechos humanos y género. Integrante del Consejo Asesor del Comité Ajusco de Derechos Humanos A.C. Autora de “La No Maternidad Elegida. ¡Mujeres que eligen no ser madres y son felices!”.

[2] INEGI, Estadísticas a propósito del Día del Niño, en https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2022/EAP_DiaNino22.pdf

[3] Comisión Nacional de los Derechos Humanos “Celebración del Día del Niño y de la Niña en México”, disponible en https://www.cndh.org.mx/noticia/celebracion-del-dia-del-nino-y-de-la-nina-en-mexico#_ftn%203