Normalización de la violencia contra las mujeres mediante expresiones culturales: el corrido “Rosita Alvirez”

Imagen del Museo del Estanquillo.

Autora: Ana Luisa Nerio Monroy1

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció esta fecha para que a nivel mundial reflexionemos sobre el impacto que la violencia física, psicológica, sexual, económica, emocional, laboral, simbólica, estructural, feminicida, entre otras, tiene en la vida de las mujeres de todas las edades.

En el presente texto analizo la forma en que una expresión cultural (la letra de una canción), puede contener un mensaje que justifica y normaliza la violencia. Si bien, existe un debate inacabado sobre si las expresiones culturales y artísticas responden a contextos y momentos históricos específicos y no podemos juzgarlas con los ojos de hoy, sí me gustaría que quien lea este texto, pueda detenerse a reflexionar sobre la letra de la canción que a continuación “desmenuzo”, pues la misma, se escucha todavía en nuestros días. La finalidad sería, desde mi punto de vista, tener una visión más crítica sobre lo que leemos, escuchamos o vemos, No se trata de prohibir (al menos, con esta canción no es mi intención), estas expresiones culturales, sino ser “consumidoras y consumidores” más reflexivos y críticos.

La canción, “Rosita Alvirez” forma parte del folklore, es decir una expresión cultural tradicional, de un sector del pueblo mexicano. Es un corrido, de dominio público, cuya letra me parece muy reveladora respecto a la construcción del género y de la violencia contra las mujeres.

Resulta que, aunque la historia se contextualiza en el año de 1900, en un barrio de Saltillo, Coahuila, podría ocurrir aún en nuestros días, en cualquier otro lugar de la República Mexicana. En las primeras estrofas el corrido nos muestra a la madre de Rosita en un rol tradicional de género: ama de casa, protectora, cuya tarea es advertir a su hija de los peligros del mundo exterior. Esta madre también advertía a Rosita que, por andar de coqueta, se metería en problemas. ¿Con quién? Con los hombres, con la sociedad, con el patriarcado y el machismo. Una buena mujer no anda de coqueta, ni en bailes (hoy podrían llamarse bares o antros). 

Rosita se va al baile, pues es una mujer joven y bella y quiere divertirse “mamá no tengo la culpa que a mí me gusten los bailes”. Y no. No era la culpa de Rosita como no lo es de ninguna mujer desear divertirse, ejercer su derecho a la libertad, al desarrollo de su personalidad, a la circulación, a la cultura y a la diversión. Rosita osa desafiar al patriarcado y al machismo, se va a un baile donde rechaza bailar con Hipólito, un hombre tradicional, educado en la cultura machista mexicana que no tolera que en público le digan que no. Y por esa razón, mata a Rosita. “Nomás, tres tiros le dio”.

“Año del 1900 muy presente tengo yo. En un barrio de Saltillo Rosita Alvirez murió, Rosita Alvirez murió…Su mamá se lo decía…Rosa esta noche no sales…Mamá no tengo la culpa…Que a mí me gusten los bailes…Que a mí me gusten los bailes…”

Hipólito llega al baile y como los mandatos de género le dicen que es “muy hombre” y un macho, usa su poder para imponerse e invita a bailar a Rosita, la “más bonita”.  Rosita es un trofeo pues es la más bella del baile. Hipólito le dice a Rosita “no me desaires pues la gente lo va a notar”. Es decir, a Hipólito le pesa lo que otras personas digan de él, de su “hombría”. Su masculinidad debe ser reafirmada socialmente.

“Hipólito llegó al baile…y a Rosa se dirigió…Como era la más bonita…Rosita lo desairó…Rosita lo desairó…Rosita no me desaires…La gente lo va a notar…Pos’ que digan lo quieran…Contigo no he de bailar…Contigo no he de bailar”

En una muestra clara de violencia, Hipólito no soporta el desaire de Rosita y eso es motivo suficiente para asesinarla. Le dispara tres tiros de los cuales “nomás uno era de muerte”. Así, en pleno baile, porque puede, porque tiene el poder. Porque esa masculinidad está construida a partir de la idea de que por ser hombre y además un macho mexicano, ninguna mujer lo puede rechazar o cuestionar y menos en público. Sabemos que Hipólito llega a la cárcel, aunque el corrido no dice si es juzgado y condenado. Y tomando en cuenta las cifras de impunidad en México y las cifras de feminicidio, es probable que en 1900 como en 2021, Hipólito se librara de la sanción adecuada.

“Echó mano a cintura…Y una pistola saco…Y a la pobre de Rosita…Nomás, tres tiros le dio…Nomás, tres tiros le dio…Rosita ya está en el cielo…Dándole cuenta al creador…Hipólito está en la cárcel…Dando su declaración…Dando su declaración.

Rosita, la víctima, es en esta idea de las mujeres que “se lo buscan” sancionada por la sociedad a través de la madre “ya ves, por pizpireta”. Y Rosita replica los aprendizajes de género, de sumisión, los estereotipos, dejando un mensaje final a su amiga Irene: “cuando vayas a los bailes no desprecies a los hombres”. Autonomía cancelada. Libertad cancelada. Decir que no te coloca en peligro.

“Su mamá se lo decía: por andar de pizpireta; se te ha de llegar el día, en que te toque tu fiesta. Rosita le dice a Irene, no te olvides de mi nombre; cuando vayas a los bailes, no desprecies a los hombres. El día que la mataron, Rosita estaba de suerte; de tres tiros que le dieron, nomás uno era de muerte. Rosita ya está en el cielo, dándole cuenta al creador; Hipólito está en la cárcel, dando su declaración”.

La letra de este corrido nos muestra un tipo de masculinidad tradicional, irracional, dominante y violenta. El hombre desea y expresa su deseo (baila conmigo) y no puede ser cuestionado. El desaire lo coloca en una situación vulnerable frente a otros hombres y para que no se cuestione su “hombría” violenta a la mujer. Asimismo, el mensaje a las mujeres reproduce estereotipos, cancela derechos y libertades. ¿Qué buscas en los bailes? (o en la calle, en la Universidad, en los viajes). Se anula el derecho a decir no. La mujer aquí no tiene autonomía o libertad y cuando la ejerce, la respuesta es la violencia. La muerte.

Rosita Alvirez como muchas otras canciones contiene un mensaje que, si bien se entiende, responde a una época y contexto distinto al actual, da muestra de la construcción de discursos machistas que de manera constante se reproducen en diversas expresiones culturales que solemos normalizar, que reproducimos sin cuestionar o reflexionar. La invitación es a tener una mirada más crítica sobre lo que leemos, cantamos o vemos. Que la violencia contra las mujeres no se normalice. ¡Ni una Rosita menos! ¡Ni una Rosita más!

1 Ana Luisa Nerio Monroy. Mtra. en Relaciones Internacionales (UNAM). Integrante del Consejo Asesor del Comité de Derechos Humanos Ajusco A.C. Consultora en temas de derechos humanos y género.