Código QR y personas mayores

@ComiteDHAjusco

De acuerdo con diferentes estadísticas, en la Ciudad de México aproximadamente el 23% de las personas mayores vive totalmente sola.

Aunadas a la discriminación estructural y abandono social que ya se presentaban antes de la pandemia, estos meses de situación especial de COVID 19 han evidenciado otras formas de aislamiento de las personas mayores.

Hemos documentado casos de personas mayores –con y sin conocimientos básicos de manejo de teléfonos celulares y/o de plataformas digitales- que cuando no pueden solucionar problemas en materia tecnológica, ven  limitada su autonomía y también enfrentarse a posibles delitos digitales.

Para ejemplificar la situación de exclusión en la que llegan a encontrarse las personas mayores, son los cambios que tendrá nuestra vida cotidiana a causa de la COVID 19.

Se trata de una de las medidas sanitarias que la autoridad impuso a los establecimientos de comida, que es evitar el uso de menús impresos y colocar códigos QR que con la captura en celular se visualiza el menú digital en la pantalla.

Estamos de acuerdo en todas las medidas que tengan que proteger a la población en general, y consideramos muy importantes dichos esfuerzos.

Por lo tanto, consideramos que es útil el código QR para controlar la sana distancia, el contacto con objetos que hayan sido manipulados por muchas personas (menús impresos), el uso estadístico de la ubicación del celular, y la sencillez de su utilización. 

 Efectivamente el código QR es justo lo que significa: un «código de respuesta rápida» (Quick Response code).

Pero no es “accesible para todas y todos”, porque se tienen suficientes evidencias para demostrar que una buena parte de las personas mayores se encuentra lejana y aislada de dichos procedimientos digitales, y que los esfuerzos para eliminar la brecha tecnológica son incipientes.

Hemos registrado y documentado casos de personas mayores que 

  • no cuentan con celular, 
  • que sí cuentan con celular pero no saben utilizarlo, 
  • que cuentan con celular y saben utilizarlo, pero su aparato celular no cuenta con lector de QR,  o que no su aparato celular no puede descargarlo.

En todos los casos, se ha presentado el apoyo de algún mesero o una persona que se encuentra cerca, que amablemente utilizan su propio celular para que la persona mayor pueda ver el menú. 

Con lo anterior, se termina la sana distancia que es la justificación del uso del código QR, y dejando una extraña sensación de pérdida de autonomía.

Esta reflexión no es en contra de las medidas sanitarias de los gobiernos. Tampoco es una diatriba contra el avance tecnológico, o contra de las corporaciones. 

Pero consideramos que la brecha tecnológica también se agrava cuando no se presentan opciones. 

Deben generarse aplicaciones que en vez de limitar, faciliten y propicien la suficiente autonomía tecnológica de las personas mayores.

El caso de los menús QR es solamente uno de una larga lista de casos, entre los que destacan los pagos de servicios (agua, luz, predial) así como fraudes en instituciones bancarias.