Participación de María de los Ángeles Fuentes en el Coloquio «Repensando la vejez».

IMG-20141210-WA0020«Mujeres adultas mayores: violencia sistémica y abandono institucional».

(María de los Ángeles Fuentes Vera -Comité de Derechos Humanos Ajusco- en el Coloquio «Repensando la vejez». Universidad de la Vida, Miguel Hidalgo DF. Diciembre de 2014).

En México -y en el Distrito Federal- se dan a diario casos graves de violencia contra personas adultas mayores, principalmente contra mujeres adultas mayores. Desde el Comité de Derechos Humanos Ajusco hemos registrado y atendido algunos casos, que no son agresiones aisladas sino se trata de agresiones sistemáticas.

La mayoría comienza desde casa, y se presenta también por parte de las instituciones que se supone deberían procurar a las personas mayores.

Desafortunadamente las víctimas son invisibilizadas, a diario leemos en los diarios amarillistas casos de asesinatos de mujeres mayores por quitarles sus pocas pertenencias, sumándose a la incuantificable lista de muertes sin justicia en nuestro país.

Incluso en casos sonados, como asesinato en Cuernavaca del matrimonio de profesores universitarios, Sara Rebolledo y Alejandro Chao. En los medios de comunicación e incluso en las diferentes manifestaciones de repudio, se referían solamente al asesinato de “Alejandro Chao y esposa” como si se tratara de un complemento del varón; y pocos medios hicieron hincapié en su trayectoria conjunta, como una pareja de trabajadores sociales y educadores.

El caso de la señora Margarita D., vecina de la colonia Ajusco Coyoacán, cuyo trámite de pensión lleva retrasado tres años por no contar con acta de nacimiento, ha puesto en evidencia la falta de sensibilidad de funcionarios del Seguro Social al negarle la pensión; la negligencia de funcionarios del Registro Público de Oaxaca por entregarle sus documentos con errores que le han atrasado sus trámites; y por supuesto, el abandono de sus familiares por no ayudarle a realizarlos. La condición se agrava al tratarse de ser mujer, indígena, adulta mayor y analfabeta.

Y el caso de la señora Yrma S. que se escapó de un asilo donde recibía maltratos, además de negarle la aplicación de insulina, tratamiento vital para su padecimiento. La señora estuvo en una sala de un hospital público durante 5 meses, al no encontrarse:

– Primero, quien firmara como responsable en su salida del hospital, y como responsable en su ingreso a algún asilo o albergue.
– Segundo, algún asilo o albergue que la quisiera o pudiera aceptar.

La violencia vino de parte de sus familiares que la abandonaron en el asilo de donde se escapó, y que nunca se presentaron en el hospital donde estuvo; vino del asilo donde recibía diferentes tipos de maltrato, casi arriesgándola a morir; y desafortunadamente, vino de las diferentes instancias públicas que, por falta de trabajo coordinado, no resolvieron la situación en tiempo y forma.

Cómo es posible que en el Distrito Federal no exista un espacio o institución pública que dé cuenta de manera exclusiva a personas mayores –sin incluirlas de manera general con población que sobrevive en calle y otros sectores denominados en “vulnerabilidad social”-. ¿Qué tiene que pasar cada que una persona mayor en abandono no cuenta con alguien que ”se haga responsable”?

Parecen todavía como fantasías lejanas los enunciados del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer en su “Recomendación general Nº 27”, como el que “los Estados partes tienen la obligación de reconocer y prohibir la violencia contra las mujeres mayores, incluyendo aquellas con discapacidad, en la legislación sobre violencia doméstica, sexual e institucional. Deben investigar, procesar y penalizar todo acto de violencia contra las mujeres de edad, incluyendo aquellos que son resultado de creencias o prácticas tradicionales”1.

Existe una grave acumulación de las violencias hacia las mujeres: desde niñas, las jóvenes y adultas que se recrudece con las adultas mayores. Esta violencia sistémica está basada en la idea de “utilidad” como conjunción de “juventud”, “productividad” y “belleza”.

Resulta fundamental que adoptemos la responsabilidad de generar un diálogo intergeneracional, que tiene que llevar a que en las comunidades las mujeres jóvenes sean las grandes aliadas de las mujeres adultas mayores.

Es importante señalar el proceso de conocimiento generado por la experiencia de vida,  un conocimiento aparte de la formación escolar, que con los años se vuelve sabiduría.   Esta sabiduría de las mujeres adultas mayores tiene que transformarse en mecanismos de participación, en la vida cotidiana y en los asuntos públicos de la comunidad.

Porque gran parte de la violencia sistémica se desarrolla en la misma casa.   Pero solo con el cuidado pleno de nuestros derechos, nuestra integridad física y mental, así como seguridad patrimonial podemos asegurar una participación en plenitud.   No deseamos que más mujeres terminen abandonadas, dopadas, expulsadas, ignoradas, despojadas, asesinadas.

El papel del Estado debe ser: garantizar el cambio cultural, la modificación de las de políticas públicas y  los derechos plenos para las adultas mayores.

1) United Nations, “General recommendation Nº 27 on older women and protection of their human rights” CEDAW/C/2010/47/GC.1), Committee on the Elimination of Discrimination against Women, 2010.

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